La autoestima también se construye con lo que haces
En el post anterior de Crecimiento y bienestar, hablábamos de que la autoestima empieza por escucharte, validarte y estar para ti. Pero hay un paso más. La autoestima no solo se siente, se practica. No se trata solo de pensarte con cariño, sino de tratarte con coherencia.
Escucharte no sirve de mucho si luego haces justo lo contrario de lo que necesitas. La autoestima se fortalece cada vez que actúas en línea con tu bienestar, tu dignidad y tus valores. Y eso, casi siempre, ocurre en lo cotidiano.
¿Cómo se cuida la autoestima en la práctica?
Aquí van algunas acciones clave que sostienen y refuerzan una autoestima sana:
Poner límites
Poner límites no es rechazar al otro, es reconocerte a ti. Es decir “esto no me hace bien”, “esto no lo permito”, “hasta aquí puedo dar”.
Especialmente importante cuando te enfrentas a personas que te minimizan, no te respetan o no te tienen en cuenta. Cada vez que pones un límite claro, tu autoestima se fortalece: te haces cargo de ti. Y créeme que es más importante que aprendas a cuidarte tú y confiar en ti, en lugar de descuidarte para ganarte el cariño y cuidado de otros, que en realidad luego, no lo hacen tanto como esperas. Porque si te fallas a ti en pro de otros que luego quizás te fallen, qué te queda entonces?
Cuidar tu cuerpo y tu entorno
El autocuidado no es lujo, ni superficialidad. Es una forma básica y profunda de decirte: “importo”.
Dormir lo que necesitas, alimentarte con regularidad y con alimentos que de verdad te nutren, ir reduciendo hábitos dañinos, cuidar tu higiene, sostener cierto orden y limpieza en tu espacio… Todo eso no solo tiene efectos prácticos, sino también simbólicos. El cuerpo y el hogar son lugares donde habitas: cuidarlos es cuidarte.
Hablarte con respeto, no con dureza
La forma en que te hablas por dentro también construye (o destruye) tu autoestima. Muchas personas viven con un diálogo interno lleno de exigencias y reproches. Se tratan como si odiaran quien son, y esperan que desde ahí pueda surgir un cambio. Y el verdadero cambio siempre nace del amor, no del odio. Porque el cambio nace de la coherencia con el bien de uno/a y los valores y motivaciones propios y no con lo que los demás esperan de nosotros.
La autoestima sana se alimenta de un lenguaje interno más compasivo y realista. No es engañarse, es hablarse como hablarías a alguien a quien quieres:
-
“Me gustaría haber actuado de otro modo, mañana lo haré mejor” en lugar de “soy un desastre, todo lo hago mal”.
-
“Estoy cansado/a y necesito parar” en lugar de “tengo que dar siempre lo máximo de mí”.
Y si lo que te dices internamente no es tu voz, sino la que aprendiste de alguien que te juzgaba, exigía o invalidaba, puedes decidir hoy que esa voz ya no manda. Manda la tuya: con tus valores, tus deseos, tus necesidades y tus límites.
Cuidar vínculos que nutren y soltar los que dañan
Una autoestima sólida se refleja en la calidad de tus relaciones. Elegir quedarte donde te escuchan, te valoran y puedes ser tú. Alejarte —si puedes— de relaciones que te hacen sentir pequeño/a, culpable o invisible.
Eso también es autoestima: no quedarte donde tienes que dejar de ser tú para que te quieran y cuidar, a veces con cierto esfuerzo, aquellos vínculos que de verdad son importantes. Al fin y al cabo somos interdependientes y necesitamos de los demás.
Cuidar a tu “yo del futuro”
La autoestima también se cultiva cuando piensas en ti a largo plazo: cuando decides ahorrar energía, cuidar tu salud, formarte, proteger tu tiempo, organizarte… No como autoexigencia, sino como un gesto de afecto hacia tu yo de mañana.
No todo amor es para ahora. Hay cosas que haces hoy con esfuerzo o incomodidad por cuidar a la persona en la que te estás convirtiendo.
Ser coherente con tus valores, aunque cueste
A veces la mayor forma de respeto hacia ti mismo/a es actuar en línea con lo que crees, incluso cuando es incómodo o va a contracorriente.
Tomar una decisión difícil, alejarte de una situación injusta, defender algo en lo que crees… también son actos de autoestima.
Lo que haces contigo deja huella
Cada vez que eliges cuidarte, protegerte, priorizarte o serte fiel, algo dentro de ti aprende que puedes confiar en ti mismo/a y que habitarte es un lugar seguro. La autoestima no es una frase bonita, es una práctica diaria.
Si te cuesta cuidarte en acciones concretas, poner límites o construir coherencia entre lo que sientes, lo que quieres y lo que haces, quizá necesites un acompañamiento que te ayude a recuperar ese vínculo contigo. Si quieres, puedo acompañarte en ese proceso.
Pide cita.