No todo lo físico es solo físico
Dolores musculares, opresión en el pecho, problemas digestivos, cansancio extremo… A veces el cuerpo empieza a hablar cuando no hemos podido poner en palabras lo que sentimos. Y no es casualidad.
El malestar emocional no siempre aparece como llanto o tristeza. Muchas veces se manifiesta de formas que desconciertan: falta de aire sin causa médica, contracturas persistentes, insomnio, fatiga inexplicable. Y eso no significa que “te lo estás inventando”.
Tu cuerpo no está contra ti. Está intentando decirte algo.
Cuando las emociones se somatizan
“Somatizar” no significa que te lo estés imaginando. Significa que el malestar emocional —cuando no se puede expresar, procesar o reconocer— busca otra vía para salir: el cuerpo.
Esto puede pasar cuando:
- Sostienes mucho más de lo que puedes.
- Acumulas emociones sin darles espacio.
- Llevas mucho tiempo funcionando en automático.
- Aprendiste que sentir es peligroso, inútil o una pérdida de tiempo.
En esos casos, el cuerpo se convierte en mensajero.
Algunos síntomas físicos frecuentes relacionados con el malestar emocional
- Tensión muscular, especialmente en cuello, espalda o mandíbula.
- Dolores de cabeza frecuentes o sensación de presión en la cabeza.
- Dolor de estómago, náuseas, colon irritable.
- Palpitaciones, presión en el pecho.
- Sensación de nudo en la garganta o dificultad para tragar.
- Mareos o sensación de desrealización o despersonalización (como verte desde fuera, sentir que tú no eres tú o que lo que te rodea es extraño e irreal).
- Problemas en la piel (eczemas, urticarias).
- Fatiga persistente a pesar de dormir.
- Dificultades para respirar sin causa médica clara.
Estos síntomas son reales. Y aunque deben ser valorados médicamente, también conviene mirar hacia dentro: ¿qué está pasando emocionalmente en tu vida?
Escuchar el cuerpo también es salud mental
No se trata de convertir cada síntoma físico en un diagnóstico psicológico, sino de ampliar la mirada. Tal vez tu cuerpo está expresando algo que tú aún no puedes.
A veces empezar a hablar de lo que sientes es el primer paso para que el cuerpo deje de gritar.
Si sientes que tu cuerpo está pidiendo ayuda y no sabes por dónde empezar, quizá sea el momento de escuchar más allá del síntoma. En terapia podemos traducir juntos ese lenguaje corporal que, aunque incómodo, también busca cuidarte.