Enfoques alternativos o complementarios en terapia psicológica

enfoques alteranativos o complementarios
Existen enfoques menos conocidos que pueden enriquecer la terapia psicológica. En este post exploramos algunos de ellos: cómo surgieron, en qué se basan y qué utilidad pueden tener.

Otros enfoques alternativos o complementarios que pueden integrarse en terapia

A lo largo del tiempo, han surgido múltiples formas de comprender el sufrimiento humano y de abordarlo desde la psicoterapia. No todas comparten el mismo grado de evidencia científica ni se basan en los mismos principios, pero muchas pueden aportar elementos útiles si se aplican con conocimiento, formación rigurosa y una actitud crítica. En este post, te presento algunos enfoques que no forman parte del cuerpo central de la psicoterapia basada en la evidencia, pero que han generado interés y, en algunos casos, resultados prometedores. Solo uno de ellos —el enfoque constructivista— forma parte de mi práctica actual, aunque me gustaría darte una visión más amplia para tener mejor criterio.

Terapia transpersonal

La terapia transpersonal surgió en los años 60, influenciada por el auge del pensamiento espiritual y oriental, y por autores como Abraham Maslow. Su objetivo no es solo aliviar el sufrimiento psicológico, sino también facilitar experiencias de trascendencia, conexión espiritual y expansión de la conciencia.

Se utiliza habitualmente en personas que buscan un sentido profundo a su vida, atraviesan crisis existenciales o están interesadas en explorar dimensiones más allá del ego. Puede resultar útil en procesos de duelo, enfermedades graves o momentos vitales de cambio profundo.

La evidencia científica de este enfoque es limitada, en parte por la dificultad de medir experiencias tan subjetivas. Aunque hay investigaciones preliminares, no existe un cuerpo sólido de estudios que lo avale. Por eso, su aplicación debería hacerse con mucha cautela y sin dejar de lado intervenciones con mayor respaldo.

Terapias somáticas o corporales

Las terapias somáticas ponen el foco en el cuerpo como lugar donde se almacenan las emociones, los traumas y las experiencias no integradas. Alexander Lowen, Wilhelm Reich o Peter Levine son algunas figuras de referencia. En este enfoque, se trabaja desde el movimiento, la respiración, la conciencia corporal y el contacto físico (cuando es pertinente y consensuado).

Suelen utilizarse con personas que tienen dificultades para conectar con lo emocional desde lo verbal, o en casos de trauma complejo donde el cuerpo ha quedado en un estado de alerta constante.

Dentro de este enfoque, la teoría polivagal, desarrollada por Stephen Porges, no es una terapia en sí, sino un modelo neurobiológico que explica cómo el sistema nervioso autónomo responde a las amenazas y cómo se puede favorecer un estado de mayor seguridad fisiológica. Esta teoría ha influido en muchos enfoques somáticos y nos recuerda que, en algunos casos, el primer paso en terapia es ayudar al cuerpo a sentirse seguro.

Aunque hay estudios prometedores sobre algunas intervenciones corporales, el respaldo científico es aún desigual y depende mucho de cómo se apliquen y en qué contexto. Hay ciertos estudios preliminares que muestran beneficios en casos de TEPT, especialmente cuando se combinan con enfoques más estructurados. Sin embargo, la evidencia científica sigue siendo limitada y no tan robusta como en enfoques como el EMDR o la TCC.

Hipnosis clínica

La hipnosis clínica tiene raíces muy antiguas, pero fue Milton Erickson quien la reformuló como una herramienta terapéutica moderna, alejada del espectáculo. No se trata de dormir ni de perder el control, sino de inducir un estado de concentración profunda que facilite el acceso a recursos internos y la modificación de patrones.

Se utiliza en tratamientos de dolor crónico, ansiedad, fobias, tabaquismo o problemas psicosomáticos. También puede ser útil en personas muy sugestionables o con facilidad para trabajar desde la imaginación.

Existe evidencia científica que respalda su eficacia en contextos específicos, especialmente en el manejo del dolor y ciertas fobias, aunque no como tratamiento único. Su aplicación debe estar en manos de profesionales formados, ya que también puede tener efectos no deseados si se usa sin criterio.

EMDR

El EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares) fue desarrollado por Francine Shapiro en los años 80. Parte de la idea de que los traumas no elaborados quedan “atascados” en el sistema nervioso y que, a través de la estimulación bilateral (normalmente mediante movimientos oculares), es posible desbloquear y reprocesar esos recuerdos.

Está especialmente indicado en casos de trauma, trastorno de estrés postraumático, abusos, fobias y duelos complicados. También se ha utilizado en ansiedad generalizada y problemas de autoestima.

Tiene un respaldo científico cada vez más sólido, especialmente en el ámbito del trauma. Está reconocido por la OMS y otras instituciones internacionales como tratamiento eficaz para el trastorno de estrés postraumático. No obstante, requiere una formación específica y rigurosa.

Enfoque constructivista

El enfoque constructivista parte de la idea de que no accedemos a la realidad de forma objetiva, sino que construimos significados a partir de nuestras experiencias, creencias y contexto. Uno de sus principales referentes es George Kelly, con su teoría de los constructos personales. También ha sido desarrollada por autores como Vittorio Guidano, que integró componentes emocionales y narrativos.

Se aplica en una gran variedad de problemáticas, especialmente en personas que se sienten atrapadas en un modo rígido de interpretar el mundo, tienen una identidad muy autoexigente o están atravesando una crisis vital que les obliga a replantearse quiénes son.

La evidencia científica sobre este enfoque es moderada pero creciente, y se apoya en parte en su integración con otras terapias. Su valor principal está en su flexibilidad, profundidad y respeto por la singularidad de cada proceso. Es el único de estos enfoques que yo integro de forma habitual en mis procesos terapéuticos, ya que me permite trabajar desde la historia personal, la identidad y la reconstrucción de significados de una manera muy conectada con cómo yo entiendo la psicoterapia.

Conclusión

Existen múltiples caminos desde los que mirar el sufrimiento humano. Algunos enfoques pueden aportar recursos útiles, siempre que se utilicen con criterio, sin perder de vista la ética profesional ni la evidencia científica. Lo importante no es aplicar modas, sino elegir lo que realmente puede ayudarte, en función de tus necesidades y de tu momento vital. Y siempre, desde una mirada respetuosa, honesta y profesional.

Si te apetece iniciar un proceso desde esta mirada amplia de la psicoterapia, estaré encantada de acompañarte.

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