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Cuando alguien decide acudir a terapia, es normal que le surjan dudas como: “¿Hay diferentes maneras de hacer terapia?», «¿Qué tipo de terapia es mejor?”, “¿Me irá bien este enfoque?” o incluso “¿Y si no me funciona?”. La buena noticia es que no necesitas tenerlo claro para empezar. Pero conocer las diferencias puede ayudarte a sentirte más seguro/a al dar el paso.
Existen muchos enfoques terapéuticos, cada uno con su manera particular de entender el malestar y acompañarte en el proceso de cambio. No hay uno mejor que otro en términos absolutos, pero sí hay formas de trabajo que pueden adaptarse mejor a ti, a tu forma de ser o al momento vital en el que estás.
Aquí te resumo algunos:
Terapia Cognitivo-Conductual (TCC):
Se centra en detectar y cambiar pensamientos y comportamientos que generan malestar. Es muy práctica y estructurada, útil en ansiedad, fobias, obsesiones, depresión… Estilo del terapeuta: activo y directivo, suele proponer tareas, registros o ejercicios entre sesiones.
Terapias Humanistas:
Ponen el foco en la autenticidad, la aceptación incondicional y el crecimiento personal. Buscan que te conectes contigo mismo/a desde un lugar de profundo respeto y presencia. Estilo del terapeuta: cercano, cálido y no directivo, centrado en acompañarte sin juzgar ni empujar.
Terapias Contextuales (como la ACT):
Integran aceptación, mindfulness y compromiso con tus valores. No se centran tanto en “eliminar síntomas”, sino en ayudarte a vivir con sentido, incluso en presencia del dolor. Estilo del terapeuta: colaborativo y flexible, con propuestas vivenciales y mucha conexión con tu mundo interno.
Terapia Psicodinámica:
Explora el inconsciente, los vínculos tempranos y los patrones emocionales repetitivos. Es especialmente útil cuando algo se repite en tu vida y no entiendes por qué. Estilo del terapeuta: más neutro y reflexivo, ayuda a que vayas comprendiendo lo que ocurre desde tus propias asociaciones.
Terapia Sistémica:
Observa tu malestar dentro de los sistemas a los que perteneces (familia, pareja, trabajo…). Muy útil cuando hay conflictos relacionales o dinámicas circulares. Estilo del terapeuta: activo y observador, centrado en los vínculos, los roles y la comunicación entre personas.
En mi caso, trabajo desde un enfoque integrador, lo que significa que adapto cada proceso a la persona, combinando herramientas de distintos modelos según tus necesidades y objetivos. Sin embargo, mi estilo personal se alinea más con lo humanista: soy cercana, cálida, auténtica, y construyo un vínculo terapéutico basado en la confianza y el respeto mutuo. Me implico contigo, sin máscaras, y a veces comparto alguna vivencia personal si siento que puede ayudarte a conectar o comprender algo importante. Porque creo que la terapia es, ante todo, un encuentro humano.
Si quieres saber cómo podríamos trabajar juntos/as, no dudes en contactar.
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