La Terapia Cognitivo-Conductual: práctica y efectiva

terapia cognitivo-conductual
La terapia cognitivo-conductual es uno de los enfoques más conocidos y respaldados científicamente. En este post te explico en qué consiste, qué herramientas utiliza y cómo la aplico en consulta.

Es probable que hayas oído hablar de la terapia cognitivo-conductual (TCC): es uno de los enfoques más conocidos y enseñados en psicología, y muchas veces aparece en redes sociales como si fueran “tips” o técnicas rápidas para estar mejor. Pero la TCC va mucho más allá.

La terapia cognitivo-conductual se basa en la idea de que nuestros pensamientos, emociones y conductas están profundamente interconectados. Cuando uno de esos elementos se desequilibra, puede generar malestar. La TCC propone intervenir en esos patrones para aliviarlos y generar formas nuevas de pensar, sentir y actuar.

Es el enfoque con más respaldo científico, en parte porque su metodología es muy medible: trabaja con registros, tareas y objetivos claros. Esto no la hace necesariamente “mejor” que otras terapias, pero sí la convierte en una herramienta muy útil, especialmente cuando se busca estructura y resultados observables.

Herramientas típicas de la TCC

🔍 Análisis funcional: Ayuda a entender cómo se mantiene el problema en el presente, más allá de su origen. Por ejemplo: ¿qué desencadena el problema? ¿Qué lo mantiene y refuerza? ¿Hay variables que lo hacen más pequeño?

📋 Registros emocionales y conductuales: Sirven para tomar conciencia de patrones, detectar desencadenantes y comprobar con datos cómo cambia lo que sentimos o hacemos.

🧠 Reestructuración cognitiva: No se trata de pensar en positivo, sino de identificar pensamientos automáticos distorsionados y generar interpretaciones más realistas y amables contigo mismo/a.

🌀 Exposición y extinción: Técnicas muy usadas en casos de ansiedad, fobias o TOC. Se trata de exponerse de forma progresiva a lo temido y romper el ciclo de evitación que alimenta el malestar.

🎯 Refuerzo positivo: Modificar conductas apoyando pequeños avances, en lugar de solo centrarse en lo que “no sale bien”.

¿Para quién está indicada?

Personas con ansiedad, depresión, TOC, adicciones, fobias, problemas de conducta o dificultades para regularse. También para quienes buscan herramientas concretas y una guía clara para empezar a trabajar.

Cómo lo aplico yo

Fue el enfoque en el que más me formé porque es el que más se enseña en la universidad. Me ha dado una base sólida para entender problemas desde una mirada clara y estructurada. Sin embargo, aunque utilizo muchas de sus herramientas, no me limito a aplicar técnicas. Me gusta adaptarme al ritmo y a las necesidades de cada persona, y conectar también con lo emocional, lo profundo y lo humano.

Si buscas una terapia clara, práctica y con herramientas que puedas aplicar desde el principio, este enfoque puede ayudarte. Y si te apetece que lo exploremos juntos/as, aquí estoy.

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