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Patricia Vílchez Las Heras - Doctoralia.es

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TEA. Trastornos del espectro autista

autismo

¿Qué es el Trastorno del Espectro Autista (TEA) o autismo?

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) o autismo es un trastorno del neurodesarrollo. Al igual que otros trastornos de este grupo, tiene un origen neurobiológico y no psicológico ni ambiental. Afecta al desarrollo de la comunicación social, la flexibilidad del pensamiento y el comportamiento, así como en algunos casos al procesamiento sensorial.

El término “espectro” indica que el TEA no es una categoría única, sino un continuo de manifestaciones clínicas que varían en intensidad, forma y nivel de impacto funcional. Cada persona con TEA es única, con un perfil muy particular de fortalezas y desafíos.

Las principales áreas afectadas son:

  1. Dificultades en la interacción social y la comunicación.
  2. Comportamientos e intereses restringidos y repetitivos.
  3. Alteraciones en el procesamiento sensorial (en algunos casos).

La prevalencia en España se encuentra en el 1% de la población aproximadamente, siendo más prevalente en niños que en niñas. Sin embargo, al igual que en el TDAH, se cree que está infradiagnosticado en niñas porque tienden a mostrar características más sutiles, como un mejor desarrollo de estrategias compensatorias en lo social, y menos síntomas visibles que llaman la atención del entorno.

Aunque muchas personas con TEA presentan habilidades que pueden estar dentro de lo esperable para su edad en algunos aspectos, el trastorno implica dificultades persistentes y significativas en la comunicación social, la flexibilidad cognitiva y/o la integración sensorial, que interfieren en la vida cotidiana. No se trata simplemente de una forma distinta de ser, sino de un funcionamiento neuropsicológico específico que requiere una comprensión e intervención especializada. La timidez no implica dificultades persistentes en la comunicación social ni patrones repetitivos de comportamiento. El TEA conlleva una afectación más amplia y sostenida en distintas áreas del desarrollo.

Tipos de presentación dentro del espectro del autismo

Aunque el TEA no se divide formalmente en subtipos diagnósticos, en la práctica clínica se suelen utilizar expresiones como:

Necesidades de apoyo intensivo: personas que presentan dificultades significativas en la comunicación verbal y no verbal, en la autonomía y en la regulación conductual y emocional. Requieren apoyos constantes en múltiples áreas.

Nivel medio o moderado: personas que pueden tener lenguaje verbal funcional, pero con importantes dificultades en la interacción social, el manejo de cambios o la comprensión de claves sociales.

Alto funcionamiento: personas con lenguaje fluido, inteligencia dentro o por encima de la media, pero con retos en la flexibilidad, la regulación emocional, la interacción social recíproca y la sensibilidad sensorial.

Estas descripciones ayudan a orientar los apoyos necesarios, aunque no deben entenderse como categorías rígidas.

Manifestaciones del Trastorno del Espectro Autista

Las dificultades en la interacción social y la comunicación se observan en comportamientos como conversaciones poco recíprocas y desconectadas de la otra persona, la persona se muestra como ajena a los intereses, intenciones y emociones de la otra persona. Entonces puede llegar a extenderse mucho hablando de sus propios intereses y muy poco sobre los intereses de los demás. Esto genera poca naturalidad y fluidez en sus interacciones sociales dificultando (aunque no imposibilitando) que puedan crear y mantener relaciones sociales profundas, de calidad y estables.

Hablamos de comportamientos e intereses restringidos y repetitivos cuando hablamos de rutinas muy estrictas y rígidas, una gran dificultad para asimilar los cambios, en un interés exagerado en temas muy concretos que no suelen ser de interés para el resto de mortales de su edad, y en algunos casos pueden observarse estereotipias (movimientos repetitivos involuntarios con las manos, los pies o el cuerpo).

Las alteraciones en el procesamiento sensorial se pueden observar en molestias extremas ante ciertos ruidos, luces o texturas, o, en otros casos, buscar activamente estímulos sensoriales intensos. Ejemplo: Un niño que evita los lugares ruidosos porque los sonidos lo abruman o un adulto que disfruta de tocar superficies con texturas específicas como forma de autorregulación.

En bebés, algunas señales tempranas del TEA pueden incluir falta de contacto visual sostenido, escasa respuesta al nombre, poco interés por las personas o los juegos interactivos como el “cucú-tras”, retrasos en el balbuceo o en otras formas de comunicación preverbal, y pobreza en la expresión emocional facial. También pueden observarse patrones inusuales de atención o reacciones atípicas a sonidos o estímulos sensoriales. Aunque estos signos por sí solos no confirman un diagnóstico, pueden ser motivo para una evaluación temprana.

Causas del TEA

El origen del TEA es multifactorial, con un fuerte componente genético y neurobiológico. No existe una causa única ni un marcador biológico específico, pero sí se sabe que hay una predisposición genética importante, se han identificado ciertas alteraciones en el desarrollo neurológico temprano y factores ambientales durante el embarazo (como infecciones, edad parental avanzada o complicaciones obstétricas) pueden influir, pero no son determinantes por sí solos.

No hay evidencia científica que relacione el TEA con factores emocionales, educativos o sociales. La causa no es ni la crianza ni los vínculos familiares.

Mi enfoque terapéutico

Mi trabajo terapéutico con personas con TEA parte de una mirada respetuosa, individualizada y libre de prejuicios. No busco “normalizar” ni cambiar la esencia de la persona, sino ayudarle a comprenderse, aceptarse y funcionar mejor en su entorno.

En infancia y adolescencia, trabajo junto a las familias y, si es necesario, con el entorno escolar para desarrollar habilidades sociales, comunicativas y de regulación emocional.

Con adultos, el acompañamiento se centra en la identidad, la comprensión del propio funcionamiento, la gestión de la sobrecarga sensorial y emocional, y el desarrollo de herramientas para la vida cotidiana.

Integro recursos de la psicología del desarrollo, la terapia cognitivo-conductual, el modelo centrado en la persona y el acompañamiento psicoeducativo, siempre desde una perspectiva que pone la dignidad, la autonomía y el bienestar en el centro del proceso terapéutico.

En mi consulta, yo no realizo evaluaciones diagnósticas de TEA, pero sí hago intervención psicológica en casos que no impliquen la necesidad de apoyo intensivo, es decir, intervengo en casos de afectación moderada y de alta funcionalidad.

Importancia del diagnóstico temprano

El diagnóstico temprano del TEA es fundamental para proporcionar intervenciones personalizadas que ayuden a la persona a desarrollar habilidades sociales, comunicativas y adaptativas, así como a manejar las dificultades sensoriales y conductuales. Un diagnóstico temprano permite que la persona reciba el apoyo necesario desde la infancia, favoreciendo una mejor calidad de vida, tanto a nivel individual como familiar. Sin embargo, nunca es tarde para el diagnóstico, ya que las personas adultas que identifican su condición pueden comprender mejor sus dificultades, desarrollar estrategias para afrontarlas y mejorar su bienestar emocional y relacional.

Es recomendable consultar cuando observas en ti o en alguien cercano: dificultades persistentes en la interacción social o la flexibilidad, reacciones intensas ante cambios o estímulos sensoriales, intereses restringidos que interfieren en la vida diaria, problemas de ansiedad o aislamiento sin causa aparente.

Pedir ayuda es el primer paso para acceder a una comprensión más profunda y un acompañamiento adecuado, que puede marcar una gran diferencia en la vida de la persona.

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FAQ

Actualmente, el diagnóstico del TEA es clínico, basado en la observación de comportamientos y el historial del desarrollo. Aunque hay investigaciones en curso sobre posibles marcadores genéticos, no existe una prueba médica definitiva para diagnosticar el TEA.

Sí, las personas con TEA sienten emociones como cualquier otra persona. Sin embargo, pueden tener dificultades para expresar o interpretar las emociones propias o ajenas de manera convencional, lo que a veces se malinterpreta como falta de empatía.

Sí, con intervenciones adecuadas y apoyo, muchas personas con TEA desarrollan habilidades sociales y comunicativas significativas, mejorando su calidad de vida y autonomía a lo largo del tiempo.

No siempre. Algunas personas con TEA tienen retrasos significativos en el desarrollo del lenguaje, mientras que otras pueden tener un lenguaje fluido pero con particularidades, como un uso muy literal o dificultades para captar matices sociales.

La escuela es un entorno clave para el desarrollo de los niños con TEA. Con adaptaciones como horarios estructurados, apoyos visuales y formación para los docentes, se puede facilitar su aprendizaje y socialización de manera efectiva.

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