¿Qué relación existe entre trauma y estrés?
Trauma y estrés pueden mantener una estrecha relación en determinados procesos, pero no siempre ocurre así y son fenómenos que pueden darse por separado. Vamos a aclarar algunos conceptos.
¿Qué es el trauma psicológico?
La definición de trauma es compleja porque hay un amplio abanico de procesos que pueden llamarse trauma y son diferentes entre sí. La instauración de un trauma se produce cuando una situación estresante o dolorosa emocionalmente (o varias repetidas) superan la capacidad de la persona para procesar, integrar y elaborar ese acontecimiento. Esto ocurre cuando el suceso es tan abrumador emocionalmente que la conexión o procesamiento de esas emociones intensas se bloquea, el episodio no queda integrado en la narrativa de la vida de la persona y no se puede extraer una reflexión razonable y sana de ello. De este modo la psique de la persona no es capaz de dejar atrás ese episodio y mantiene un estado de alerta y de alteración emocional que busca que la persona cierre o resuelva ese episodio y el dolor emocional correspondiente.
Francine Shapiro, creadora del EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), separó lo que era Trauma con T mayúscula y trauma con t minúscula.
Trauma con T mayúscula y t minúscula
Trauma con T mayúscula es un proceso traumático que tiene su origen en una vivencia altamente amenazante y estresante. Cuando se atraviesa esa experiencia, el cuerpo genera una respuesta de estrés extrema que deja una secuela en la mente y el cuerpo. Esa secuela consistirá en diferentes síntomas como la activación de respuestas de estrés de forma desregulada, incluso ante estímulos que no siempre guardan relación con el evento traumático. Otros síntomas específicos pueden ser flashbacks o pesadillas, que son una reexperimentación intrusiva del evento y suelen estar más directamente relacionados con la experiencia original. Traumas con T mayúscula pueden ser situaciones de guerra, violaciones, agresiones físicas graves, etc. Aunque lo que define un Trauma con T mayúscula no es la naturaleza de la situación sino la naturaleza de la respuesta: estrés agudo.
El trauma con t minúscula hace referencia a procesos traumáticos que tienen su origen en alteraciones emocionales no tan intensas ni necesariamente de estrés, pero que se han producido de manera recurrente o cronificada. Estaríamos hablando de microagresiones repetidas, maltrato psicológico, negligencia en la educación, etc. Este tipo de experiencias puede dar lugar a manifestaciones como una sensación persistente de inseguridad, culpa o vergüenza crónica, dificultades en los vínculos afectivos, baja autoestima, o una hipersensibilidad emocional ante ciertos contextos relacionales. De nuevo, no define el trauma con minúscula la naturaleza de la situación sino la naturaleza de la respuesta: un dolor emocional importante que queda sin elaborar.
¿Qué entendemos por estrés?
En cuanto a la definición de estrés, podríamos decir que es una respuesta fisiológica y emocional ante una demanda externa o interna que se percibe como desafiante, amenazante o que supera los recursos y la capacidad de la persona para hacerle frente. Es una reacción natural y adaptativa diseñada para protegernos en situaciones de peligro o presión, pero que puede convertirse en un problema cuando es crónica o excesiva, y en lugar de facilitarnos la adaptación, nos la impide o dificulta. En esos casos, el estrés puede manifestarse como irritabilidad, agotamiento físico y mental, problemas de concentración, tensión muscular, alteraciones del sueño, o una sensación constante de estar sobrepasado/a, lo que puede derivar en estados de ansiedad persistente o síntomas depresivos.
¿Cuándo trauma y estrés se relacionan?
La estrecha relación entre trauma y estrés se da cuando hablamos de Trauma con T mayúscula y estrés intenso y agudo. Es en este tipo de proceso donde puede darse el conocido TEPT (trastorno por estrés postraumático) o un trastorno de estrés agudo.
Los trastornos relacionados con el trauma y el estrés, como el trastorno de estrés postraumático (TEPT) o el trastorno de adaptación, son más comunes de lo que solemos pensar. Se estima que entre un 3% y un 4% de la población mundial sufrirá TEPT en algún momento de su vida. Por otro lado, el estrés crónico afecta hasta a un 40% de la población, lo que lo convierte en uno de los principales motivos de consulta psicológica. Estos datos reflejan la magnitud del impacto que estas experiencias pueden tener sobre el bienestar emocional y físico.
Mi enfoque terapéutico
Cuando trabajo con personas que han atravesado un trauma o viven situaciones de estrés prolongado, mi prioridad es crear un espacio seguro y sostenido, donde el sistema emocional de la persona pueda bajar el nivel de hiperactivación y comenzar a reconstruir significado.
En los casos de trauma con T mayúscula, acompaño el proceso de elaboración e integración del suceso vivido, utilizando técnicas como la exposición progresiva, la narrativa del trauma, el trabajo con emociones disociadas o reprimidas, la identificación de creencias nucleares formadas en torno al evento y el desarrollo de recursos internos de regulación. También introduzco estrategias de mindfulness y de trabajo compasivo con uno mismo para ayudar a la persona a dejar de luchar contra los síntomas y comenzar a entenderlos.
En los traumas con t minúscula o procesos de estrés crónico, el foco está muchas veces en reconstruir una identidad emocional dañada, atender heridas relacionales o familiares, y fortalecer habilidades como la regulación emocional, la toma de decisiones o el manejo de pensamientos críticos o de culpa.
Mi enfoque es integrador, respetuoso, y ajustado al ritmo de cada persona. En ningún caso forzaré hablar de lo que aún no se puede verbalizar, pero sí acompañaré para que eso que duele tenga, poco a poco, un lugar donde ser comprendido.
¿Cuándo pedir ayuda profesional?
Tanto el trauma como el estrés prolongado pueden tener un impacto profundo y persistente en la vida cotidiana, las relaciones, la salud física y el equilibrio emocional. Muchas veces, estas experiencias no se resuelven “con el tiempo” ni desaparecen solas, sino que se cronifican o se camuflan bajo otros síntomas como la ansiedad, la irritabilidad, el aislamiento o el insomnio.
Pedir ayuda profesional no significa revivir el trauma o exponerse a un sufrimiento innecesario, sino encontrar un espacio protegido donde poder elaborarlo con acompañamiento profesional, sin presión, sin juicio, con respeto y cuidado. A veces, comenzar la terapia es el primer paso para dejar de sobrevivir… y empezar a vivir.
FAQ
¿El trauma puede aparecer mucho tiempo después del evento?
Sí, en algunos casos los efectos del trauma pueden manifestarse meses o incluso años después del evento. Esto puede ocurrir cuando la persona se encuentra en un contexto o situación que activa memorias asociadas al trauma original.
¿Cómo se relaciona el trauma con problemas físicos de salud?
El trauma puede estar relacionado con enfermedades físicas debido a la activación crónica del sistema de estrés. Esto incluye problemas cardiovasculares, dolores musculares, problemas gastrointestinales e incluso debilitamiento del sistema inmunológico.
¿Por qué algunos traumas no se recuerdan claramente pero siguen afectando emocionalmente?
El cerebro puede bloquear partes de un evento traumático como mecanismo de defensa, pero las emociones asociadas permanecen activas en el sistema nervioso, generando síntomas sin que haya un recuerdo consciente.
¿El trauma infantil siempre afecta en la adultez?
No siempre, pero es común que traumas infantiles no resueltos se manifiesten en la adultez como problemas emocionales, dificultad en las relaciones o patrones repetitivos de comportamiento.
¿Cuándo el estrés pasa de ser útil a ser dañino?
El estrés es útil cuando nos motiva a actuar frente a desafíos. Se vuelve dañino cuando es crónico o excesivo, impidiendo la adaptación y afectando el bienestar físico y emocional.